Una luz entre las rejas: el Centro Cultural El Almendro y su propuesta dentro del Comcar

Rocío es una docente de literatura de 27 años que estableció talleres para reclusos del Comcar.

Rocío tiene 27 años y, como docente de literatura, siempre quiso trabajar en contextos críticos. Hacía dos años que estaba esperando poder tomar horas de secundaria en una cárcel cuando, en marzo de 2016, se presentó la oportunidad de dar clases en la comunidad educativa de Santiago Vázquez. Según cuenta, encontró buen trato y un ambiente cálido para trabajar.

Allí comenzó a pensar en la idea de llevar esa experiencia de forma voluntaria a los módulos, donde no hay actividades educativas y recreativas. Se lo planteó a las autoridades carcelarias, que recibieron la propuesta con buenos ojos. En setiembre de 2016 comenzaron los talleres dentro de los módulos 3 y 11, donde Rocío tuvo su primer acercamiento a lo que realmente es una cárcel.

“En un espacio donde no hay color, no hay luz, ni lugar para la sensibilidad, encontrás como la flor de loto. Encontrás en ese espacio un lugar para crecer y para ser vos mismo. Es como que el corazón se te va abriendo un poquito y después ya no te querés ir”, contó Rocío.

Rocío señala que la cárcel no es un agujero negro donde las personas desaparecen y de allí la importancia de brindarles herramientas para que, una vez que salgan, puedan reinsertarse en la sociedad.

“No tenemos pena de muerte ni cadena perpetua, o sea la persona que ingresa tiene que salir. Entonces tenemos dos opciones: o nos sentamos frente a la tele y nos quejamos de la inseguridad, o nos involucramos. La cárcel es parte de la sociedad, no importa qué lejos la pongamos, cuántos guardias le pongamos, está ahí”, sostuvo.

A partir de la experiencia en los módulos, Rocío se propuso crear un espacio de educación no formal dentro de la cárcel y, lo que parecía una utopía, fue aprobado en noviembre por el departamento de Educación y Cultura del INR, con redención de pena para los privados de libertad por tratarse de un espacio educativo. Durante el verano se acondicionó el lugar en base a donaciones, en dos salones que estaban abandonados. Se formó el equipo con talleristas voluntarios de literatura, música, cine, artes plásticas, teatro, ciencias sociales, costura, electricidad, alfabetización y otras disciplinas. En marzo, el centro abrió sus puertas.

El Almendro es el primer centro cultural civil que funciona dentro del establecimiento penitenciario y cuenta hoy con trece talleres y más de 200 estudiantes.

“El taller termina siendo una excusa o un medio para obtener los objetivos que nos planteamos, que es generar vínculos, hábitos de trabajo, trabajo en equipo, solidaridad, compañerismo”, contó Rocío.

El Almendro cuenta con tres internos referentes que cumplen un rol como coordinadores y articuladores del centro, que funciona de 8:00 a 17:00.

“Conocemos de años a todos y las macanas de cada uno, pero acá es como que entran por esta puerta y cambian. En los primeros meses le preguntabas del Almendro a alguien y te decían ‘¿qué es eso?’. Ahora vas caminando por la cárcel y te gritan ‘anotame para El Almendro’”, contó uno de los referentes carcelarios.

Dado el éxito de El Almendro, la unidad cederá próximamente nuevos espacios, incluso dentro de los módulos más complicados, para que los talleres puedan seguir extendiéndose.

Además, el proyecto fue seleccionado por el Fondo de Incentivo Cultural del Ministerio de Educación y Cultura.

“Si hay empresas que quieran colaborar con nosotros sería importante, ya sea con insumos, también a nivel económico para financiar algunos viáticos”, afirmó Rocío.

El Almendro también está abierto a la ayuda de particulares que puedan impartir talleres semanales, dar una charla, hacer donaciones o aportar económicamente.

“Una vez que uno entra a esta lugar, siente una gratificación a nivel emocional que no se puede suplir con ninguna otra cosa. Yo me ayudo a mí, en realidad esto a mi me gratifica de una forma que me hace totalmente feliz”, admitió Rocío.

Quienes deseen colaborar con la causa pueden contactar a Rocío Morales al 092 117066 o en la cuenta Abitab 73377 o pueden contactarse por la página de Facebook del centro.