El médico Daniel "Turco" Márquez, integrante de la organización "Nada crece a la sombra" explicó cómo las condiciones de las prisiones son tierra fértil para un gran contagio.
El pasado fin de semana el Sindicato Médico del Uruguay y la organización “Nada Crece a la Sombra” emitieron un comunicado dirigido al Instituto Nacional de Rehabilitación, al Ministerio del Interior y al Ministerio de Salud Pública para su consideración. Se trata de una serie de aportes a tener en cuenta para el tratamiento de la emergencia sanitaria en el sistema penitenciario y así procurar a reducir los riesgos de que este virus ingrese a las cárceles sumándose a las vulnerabilidades que ya padece esta población.
Hasta el martes dieron negativo, fueron nueve tests realizados. Cerca de 19 personas fueron aisladas en función de los casos sospechosos. Se los ubicó en el módulo 2 del Comcar y en el interior en otros puntos. No hay ningún caso sospechoso en el interior.
Lo que seguro podemos decir que las cárceles que tienen por el hacinamiento son lugares de concentración de la enfermedad. En los análisis no está presente un posible contagio en cárceles y tenemos más de 12.000 personas.
Hicimos un diagnóstico. El 34 % de las mujeres privadas de libertad pasa más de diez horas encerradas con las demás. Una de cada cuatro mujeres intentó matarse. Hay otros datos con mala alimentación y enfermedad. También bajaron las visitas, que son vitales para las personas.
Fui estos días y me encontré con una cárcel que no vi nunca. Encontré un lugar desolado, con las personas colgadas de la ventana y con dudas. Me preguntaron si uno de sus hijos tiene fiebre, de si tiene coronavirus, qué pasa con su pareja si el hijo tiene, qué pueden hacer con el mate, porque no tienen más de uno por persona.
Apoyamos el esfuerzo del INR pero se requiere la acción de todo el Estado. Entendemos que los funcionarios están haciendo todo con muy poco. Hemos donado canastas, pero no podemos negar que son recursos finitos.
Debemos tomar la experiencia de la salud en condiciones de encierro. El caso del Vilardebó es un adelanto de lo que puede pasar en las cárceles. Propusimos con los compañeros que se haga una cuarentena a todos los ingresos, que son unos 500. Que sean siete días con un hisopado o catorce si es sin hisopado.
Tenemos que ser coherentes con los mensajes que da el Estado para la población privada de libertad. Primero es que se usa un lenguaje muy técnico y que hablan de circunstancias como si volvieron de viaje.