Bienvenidos al Antropoceno: las huellas humanas que muestran cómo nuestra especie modificó el planeta

Los huesos de pollo podrían ser una de las pruebas más fehacientes y que permiten además contar la historia desde distintos ángulos.

Supongamos que dentro de 500.000 años regresan a la Tierra descendientes humanos muy lejanos o antropólogos extraterrestres. Entonces se pondrán a escudriñar las capas de sedimentos para indagar en el pasado de nuestro planeta. Y encontrarán una insólita prueba del brusco cambio que trastornó la vida medio millón de años antes: los huesos de pollo.

A esa conclusión llegó un grupo de científicos, que buscó evidencias de que la expansión de la actividad humana alteró tan radicalmente los sistemas naturales como para dar inicio a una nueva época geológica denominada Antropoceno, o "época de los humanos".

Además de estos huesos, habrá otros elementos reveladores de la ruptura operada a mediados del siglo XX en el planeta, como el repentino aumento de los gases de efecto invernadero. Pero los huesos de pollo podrían ser una de las pruebas más fehacientes y que permiten además contar la historia desde distintos ángulos.

Para empezar, son resultado de la acción humana.

"El pollo que comemos es irreconocible comparado con sus antepasados o sus congéneres silvestres", explicó la principal autora del estudio publicado en la revista Royal Society Open Science. Y aclaró: "Su tamaño, la forma del esqueleto, la química ósea y la genética son distintos a los de su especie original".

En otras palabras, su mera existencia es una prueba de la capacidad de la humanidad para manipular los procesos naturales. Por esto mismo la investigación confirió a esa ave de corral el rango de "especie marcadora" del Antropoceno.

Los orígenes del pollo de engorde moderno se remontan a las selvas del sudeste asiático, donde su antepasado, el ave de la selva roja, fue domesticado por primera vez hace unos 8.000 años.

Durante mucho tiempo, esa especie fue apreciada por su carne y sus huevos, pero sólo después de la Segunda Guerra Mundial empezó su cría para convertirla en la criatura corpulenta y de corta vida comercializada en los supermercados de todo el mundo que es hoy.

Por lo general, la evolución tarda millones de años en producirse, pero en este caso sólo se necesitaron décadas para obtener una nueva forma de animal.

El pollo de engorde también fue tomado como marcador del Antropoceno debido a su omnipresencia. En cualquier rincón del planeta donde hay humanos se encuentran restos de la fuente de proteína favorita de nuestra especie.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura dijo que hay actualmente unos 33.000 millones de pollos en todo el mundo y se sacrifican a diario 25 millones. Por lo que la biomasa de los pollos domésticos es más de tres veces superior a la de todas las especies de aves silvestres juntas.

"Los pollos son un símbolo de cómo nuestra biósfera cambió y está ahora dominada por el consumo humano y el uso de recursos", agregó la investigadora. Quien aseguró que “el enorme número de huesos de pollo desechados en todo el mundo dejará una señal clara en el futuro registro geológico” de nuestro planeta.