Pese al gran debate que nunca dejará de estar sobre la mesa, esta preparación, muchas veces acompañada con queso y jamón o panceta, es adecuada desde un punto de vista científico.
Algunos sabores se emparejan bien, como el queso con la fruta, y otros no tanto. Sí, hay un factor cultural detrás de las cosas o combinaciones que nos gustan, pero parece haber una regla biológica que trasciende fronteras.
Para explicar estas conexiones, investigadores de la Universidad de Harvard, plantearon la hipótesis del emparejamiento de sabores, que fue actualizada por científicos de la Universidad de Cambridge, en colaboración con la Universitat de Barcelona. Este planteamiento empareja los alimentos en función de su afinidad molecular, afirmando que incluso alimentos que no estén directamente emparejados pueden volverse afines a través de una cadena de alimentos intermedios.
La pizza con ananá se encuentra en lo que se conoce como puente de sabores, pero además, esta fruta esconde un secreto que le hace ser mucho más compatible con la pizza que otras frutas: la bromelina, una enzima capaz de digerir proteínas.
Lo que puede mejorar la textura de la base proteica de la pizza, haciendo que el queso y los toppings de carne (por ejemplo, la panceta y el jamón) sean más tiernos y digeribles.
La reacción químicamente denominada como ‘glucosilaciónno enzimática de proteínas’, y ocurre al combinar tres elementos: proteínas, azúcares y calor. Básicamente pizza con ananá.
Sin embargo, pese al gran debate que nunca dejará de estar sobre la mesa, esta preparación, muchas veces acompañada con queso y jamón o panceta, es adecuada desde un punto de vista científico, tanto en términos de compatibilidad del sabor como desde el punto de vista enzimático y metabólico