Los investigadores descubrieron que el 42% de las zonas vegetadas del planeta son sensibles a la forma en que se distribuye la lluvia.
Un nuevo estudio de la NASA afirma que la forma en que cae la lluvia en un año es casi tan importante para la vegetación como la cantidad.
El estudio reveló que los cambios en los patrones de precipitación, como tormentas más intensas y periodos secos más prolongados, están alterando la forma en que las plantas florecen o declinan.
Las plantas responden de manera diferente cuando la lluvia se distribuye en pequeñas cantidades frecuentes o en intensas tormentas esporádicas, afirma la NASA en un nuevo estudio donde destaca la importancia de la forma de la lluvia y de la calidad.
Los investigadores analizaron dos décadas de observaciones satelitales y de campo, cubriendo millones de kilómetros cuadrados en diversos paisajes desde Siberia hasta el extremo sur de la Patagonia.
Para medir la respuesta de las plantas día a día, los investigadores calcularon el grado de "verdor" que aparecía en las imágenes satelitales. Este índice se utiliza para estimar la densidad y la salud de la vegetación.
También observaron una tenue luz rojiza que emiten las plantas durante la fotosíntesis conocida como fluorescencia inducida por el Sol, un claro signo de vegetación floreciente y de la absorción de dióxido de carbono (algo vital frente al calentamiento global).
Con estos datos, los investigadores descubrieron que el 42% de las zonas vegetadas del planeta son sensibles a la forma en que se distribuye la lluvia.
Mientras las en regiones secas, como el suroeste de Estados Unidos, las tierras de cultivo, los pastizales y desiertos las lluvias que son más intensas y menos frecuentes, benefician a las plantas, los ecosistemas húmedos como la selva tropical centroamericana necesitan todo lo contrario: lluvias menos copiosas, pero más recurrentes.
Desde la NASA se asegura que comprender mejor cómo las plantas responden a los cambios en los patrones de precipitaciones podría ser clave para garantizar el rendimiento de los cultivos y mitigar los efectos del cambio climático, así como también el papel crucial de las plantas en el ciclo del carbono, ya que funcionan como sumideros que reducen el exceso de CO2 en el mundo.