"La cárcel como dispositivo para rehabilitar nunca sirvió en toda la historia de la cárcel. Resocializar y rehabilitar presupone la libertad", apuntaron desde la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado.
El último censo del Mides indica que unas dos mil personas se encuentran en situación de calle en Montevideo: 9 de cada 10 son varones y tienen 38 años en promedio. El 17 % de estas personas declaró tener menos de un mes en calle y el 40 % menos de 6 meses en calle. En su mayoría se trata de gente con problemas de drogadicción y exreclusos que han recobrado la libertad y no han logrado reinsertarse en la sociedad.
Abordamos el tema junto a Jaime Saavedra, director de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado.
No me sorprendió la cifra del Mides sobre la cantidad de exreclusos que están en situación de calle. Hay un conjunto de compatriotas que desde muy joven edad están con dificultades múltiples; entre otras, las de la vivienda.
En muchos casos, los reclusos llegan con un conjunto de problema ya importante. No tienen vivienda, capacitación, contención familiar, tienen algún tipo de problema de consumo. Queda claro que como sociedad fracasamos porque hay un conjunto cada vez más importante de compatriotas que no están en condiciones de participar en la vida en comunidad.
Para un número importante de los que salen, los problemas, por lo menos, se mantuvieron. A los servicios post-penitenciarios no acceden todos. Muchos tienen los mismos problemas tanto cuando entraron que cuando salieron.
La cárcel como dispositivo para rehabilitar nunca sirvió en toda la historia de la cárcel. Resocializar y rehabilitar presupone la libertad: se aprende a ser ciudadano en libertad no privado de libertad.
El discurso de asociar a la cárcel con la disminución de los problemas que estamos teniendo en términos de convivencia es una frase hecha. No se corresponda con las cosas que debemos de hacer para resolver este problema.
Hace un tiempo ya que nuestro trabajo comienza con la preparación previa a que el recluso salga de la cárcel: empezamos seis meses antes con ese trabajo. Hay un trabajo importante destinado a reconstruir el vínculo socio-familiar.
Nosotros dejamos de esperar que las personas vengan, sino que las fuimos a buscar: eso multiplicó casi por cinco la cobertura. El año pasado atendimos al menos una vez a casi todos los que salieron, que son cerca de 6.400.
Las cosas más importantes tienen que ver con cosas que no cuestan plata, como recibir con gusto al otro. Apostamos a la ternura como factor del cambio, y eso no cuesta plata. La ternura es el factor de cambio primordial.
No soy antichorro, creo en la ternura y en el amor. Y eso lo pienso por mi trabajo diario.
La participación de la Guardia Republicana en cárceles está lejos de ser una novedad. Pero sin conocer en detalle el nuevo plan, la dirección del cambio es que la Policía participe cada vez menos de la vida penitenciaria. La Policía llegó por malas razones al sistema penitenciario, no está preparada para el trabajo de rehabilitación.