"No hay ningún lugar que tenga agua dulce que hoy no esté contaminado", afirmó el alcalde de Aguas Corrientes.
Casi dos millones de uruguayos estuvieron a punto de quedarse sin agua en 2008. Una prolongada sequía afectó la represa de Paso Severino, en el río Santa Lucía, el principal reservorio de agua dulce del país. En ese momento, el ministro de Defensa dijo que de haberse concretado el temor, la escena habría sido "de terror". Pero un diluvio casi providencial cayó un día antes de que se terminara el agua y evitó que se produjera, en palabras del ministro, una “calamidad”.
La profundidad del río Santa Lucía viene en bajada y cada vez hay menos agua disponible para ser tratada por OSE. Un estudio elaborado por la Armada en 2013 demuestra que algunas zonas del cauce —sobre todo las que están próximas a la potabilizadora de Aguas Corrientes— tienen menos de 50 centímetros de altura.
Abordamos el tema junto al alcalde de Aguas Corrientes, Álvaro Alfonso.
Le hemos pedido una entrevista al presidente de la República para hablar de este tema. OSE tira más de 60 toneladas diarias, pero ese para el Estado no es un problema. Hoy por hoy, OSE bombea de abajo hacia arriba lodos y coliformes, pero no tiene el agua suficiente.
No hablamos de la calidad del agua, sino de que se está tapando la única vena que tiene el río. Quienes están con una festichola enorme son los proveedores de OSE. Si se hace la obra necesaria, se van a generar menos productos químicos y la festichola no va a seguir.
No hay ningún lugar que tenga agua dulce que hoy no esté contaminado. El fallo de la Inddhh dice que en Aguas Corrientes se están violando los derechos humanos.
El informe de OSE advierte sobre la culpa que tiene. En el Uruguay parece que es más importante si a Suárez le duele el dedo gordo que cómo está el agua. Si la gente ve el lodo no toma nunca más agua.