Se realizó la cumbre de presidentes en Brasilia en la que Luis Lacalle Pou y Gabriel Boric criticaron al nuevo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, por sus dichos sobre la situación de Venezuela. Para hablar sobre la posición del presidente de la República en la cumbre, el rol de Lula y el debate por la integración de los países regionales, recibimos a la docente investigadora, Natasia Barceló y al docente de Economía Política Internacional, Nicolás Pose.
Natasia Barceló
En la declaración no se hace mención a la UNASUR. Y esto no es menor porque varios países, entre ellos Brasil, buscaban reactivar la UNASUR, una organización que nuclea a los 12 países de Sudamérica que no había tenido el éxito en etapas anteriores. Desde mi punto de vista esa no era una idea muy inteligente.
Finalmente, en la resolución no está la palabra UNASUR y lo que se busca es crear un grupo de alto nivel entre los cancilleres de los 12 países y, a partir de ese grupo de alto nivel, hacer un acompañamiento de lo que vaya sucediendo en las reuniones posteriores.
Nicolás Pose
En la teoría, las organizaciones internacionales buscan facilitar la cooperación de los distintos miembros, en este caso de la región sudamericana. A veces, los países tienden a generar formatos más estructurados, más institucionalizados, y a veces se confía más en los formatos de cumbres, en los formatos de reuniones de líderes.
Tanto la experiencia de UNASUR como la experiencia de PROSUR muestran que los esfuerzos integracionistas de la región han estado muy atados a los ciclos políticos. El principal desafío a la hora de construir organizaciones regionales que puedan perdurar en el tiempo es lograr superar esos ciclos políticos. La literatura concuerda en que los momentos de coincidencia política, coincidencias ideológicas combinadas con liderazgo, son momentos gestantes. Pero el desafío, y esto es lo que la región no ha logrado, es que las instituciones tomen vida propia y puedan seguir su camino más allá de su momento original.
El caso de la ALADI es atípico porque es una herencia que tiene la región que ha perdurado a pesar de los vaivenes políticos y económicos de los países de la región.
La ausencia de una institucionalidad termina generando que las reuniones presidenciales adquieran un rol mayor y ahí es donde está la tentación de presentar discursos y posiciones que hablan más a las audiencias domésticas.
Las organizaciones pueden facilitar la cooperación bajo ciertas circunstancias, pero en este caso parece que no hay consenso como para avanzar en una vía en este sentido.
Natasia Barceló
La ALADI tiene un objetivo y funciones mucho más acotadas de lo que se pretende en una integración multidimensional como UNASUR.
América Latina no ha logrado a lo largo del siglo XX e inicio del siglo XXI, constituir una organización que perdure a lo largo del tiempo. Los vaivenes ideológicos han pautado a las organizaciones.
El ejemplo de la Unión Europea es pertinente porque los países y estados se unen a partir de políticas comunes y de intereses comunes. Los intereses nacionales dejan de estar por encima de los regionales. En el caso de América Latina, la integración se ha dado más que nada por factores ideológicos que no llegan a perdurar en el tiempo.
Falta madurez política para generar un acuerdo y una arquitectura de integración regional que perdure en el tiempo, que se deje de mirar a lo que es intergubernamental y se busque una supranacionalidad.
Nicolás Pose
El MERCOSUR original, durante sus primeros cinco años mostró un dinamismo en la adopción de determinadas normas comunes y la concreción de un programa de liberación comercial interregional. A fines de la década de 1990 empiezan a surgir los problemas de coordinación de los países.
La presencia de Maduro y el debate por Venezuela en la cumbre
Nicolás Pose
Había un espacio político como para plantear que la estrategia previa que los países de la región siguieron con respecto a Venezuela no funcionó, de hecho fracasó porque Maduro sigue en el poder.
El tema es que Lula fue más allá y planteo una suerte de situación en la cual hay una disputa de narrativas por definir qué es democracia y qué no es democracia en Venezuela, creo que esa postura de Lula le termina jugando en contra a la hora de buscar los consensos interregionales mínimos para avanzar en propuestas como articulaciones hacia una futura institucionalidad de la región. Porque está claro que esa visión no genera consenso en el interior de la región.
Poner ese tema en el centro de la agenda creo que pudo haber sido uno de los puntos por los cuales la negociación se termina empantanando.
Natasia Barceló
Creo que no empantanó ningún tipo de negociación porque todos los países acabaron acordando una síntesis de diferentes posiciones, lo que se llamó el consenso de Brasilia. Más allá de los desacuerdos de Uruguay y Chile con la postura que tuvo Lula con relación a Venezuela, se llegó a una síntesis.
Venimos de muchos años de un proceso de desintegración y esta señal de jefes de estado y mandataros con diferentes puntos de vista, que lleguen a una síntesis, es un hecho que debemos reconocer.