La ciencia tiene algunas pistas de por qué no solemos recordar casi nada de lo que vivimos cuando éramos bebés.
Puede ser el primer día de jardín de infantes, el momento en que nació un hermano, la primera caída en bicicleta o un acto de violencia del que pudimos haber sido testigos o protagonistas. La memoria en los primeros años de vida de una persona es bastante caprichosa. Sin embargo, su funcionamiento viene interesando a neurocientíficos y psicólogos desde hace al menos un siglo.
Es por eso que existen varios experimentos e investigaciones vinculadas al tema de las cuales se pueden obtener algunas conclusiones interesantes.
Por ejemplo, sabemos que a pesar de que las personas difícilmente puedan recordar mucho de lo vivido entre los 0 y los 3 años, sí tienen la capacidad de desarrollar memoria. Aunque no la llamada memoria episódica, aquella relacionada con sucesos autobiográficos. Sí pueden recordar, por ejemplo, el rostro de su propia madre y diferenciarlo del de un extraño en los primeros días de vida. Unos meses más tarde, los bebés pueden demostrar que recuerdan muchas caras familiares al sonreír más a las que ven con más frecuencia, detalla la revista científica The Conversation.
Es que en realidad hay mucho más en la memoria que recuerdos episódicos o autobiográficos, que son los que nos cuesta más recordar. Existen también los recuerdos semánticos -como un nombre- y los de procedimientos, como caminar o mover las manos. Y estos sí están presentes en la vida de una persona desde los primeros días de su existencia.
Esto lo demostró la psicóloga Carolyn Rovee-Collier en las décadas de 1980 y 1990 con una serie de ejercicios de memoria. Así, concluyó que a los 6 meses, si se entrena a los bebés durante un minuto, pueden recordar un evento un día después. Luego, cuanto más grandes eran los bebés, más recordaban. The Conversation señala que también descubrió que se puede hacer que los bebés recuerden los eventos durante más tiempo entrenándolos durante períodos de tiempo más largos.
Pero entonces, si está demostrado que la memoria se desarrolla desde bien temprano, ¿qué pasa con los recuerdos autobiográficos? Y lo más importante, ¿podemos recuperarlos en caso de que estén ahí? Lo cierto es que nadie lo sabe con certeza, pero hay algunas aproximaciones.
Una de ellas es que recién entre los 18 y los 24 meses los bebés empiezan a tener consciencia de sí mismos, por ejemplo al mirarse en un espejo. Y los recuerdos autobiográficos necesitan que tengas algún sentido de ti mismo para operar, por eso no están tan presentes.
Otra posible explicación es que los bebés no tienen lenguaje hasta, al menos, los primeros 36 meses por lo que no pueden formar narraciones sobre sus propias vidas que luego puedan recordar.
Y por último, hay una explicación fisiológica y es que el hipocampo, la región del cerebro responsable de buena parte de la memoria, no está completamente desarrollado en la infancia.
Aun así, las certezas son pocas. Aunque hay una clara: la memoria y el cerebro todavía esconden más de lo que supimos revelar.
