Los pueblos babilonios sumaban a esta tradición otra más: agregar regalos a los pies del árbol o planta elegida.
Como es tradicional, la llegada de diciembre marcó una cita ineludible para muchos alrededor de una caja llena de chirimbolos, luces y guirnaldas: el armado del arbolito de Navidad. Pero ¿de dónde viene esta tradición?
Durante las primeras semanas de diciembre, las casas, comercios y hasta las propias redes sociales se llenan de imágenes de árboles de Navidad, luces y decoraciones alusivas a la fecha.
Las celebraciones navideñas que incluyen árboles se remontan a siglos atrás y aunque no se tiene claro cuál fue su origen y la primera civilización que lo utilizó, algunas características se mantienen hasta hoy en día.
Al parecer todo se remonta al solsticio de invierno, desde el antiguo Egipto. Los germanos y vikingos usaban árboles verdes -como símbolo de vitalidad, fertilidad y esperanza- para decorar sus hogares y rendirle tributo al Dios del Sol.
También los romanos ponían ramas de árboles durante el solsticio y los celtas se popularizaron por decorar los robles con frutas y velas como una forma de "reanimar" el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación.
Los pueblos babilonios sumaban a esta tradición otra más: agregar regalos a los pies del árbol o planta elegida.
Este ornamento de origen pagano fue rápidamente adoptado por el cristianismo y, según explica la Encyclopedia Britannica, alrededor del año 723, San Bonifacio llegó a Alemania y al encontrarse con una comunidad poco creyente, convirtió el ritual del árbol -que debía ser perenne en honor al amor eterno de Dios- en una veneración a Adán y Eva.
Con el paso de los años, se suman las manzanas y otros adornos para embellecer la celebración (costumbre que ya existía desde antes, pero que el relato cristiano ayudó a cargar de simbolismo).
Recién cerca del 1848, el árbol de Navidad se populariza en todo el mundo, luego de que el príncipe Alberto (de origen alemán) y su esposa, la reina Victoria de Gran Bretaña, posaran para una revista inglesa con toda la familia reunida alrededor de un arbolito decorado.
Producto de la intensa demanda que se generó en el mundo, los árboles fueron recreados con plumas de ganso que se pintaban de verde u otros materiales que pudieran imitarlos, pero recién en el siglo XX se crearon los de plástico y hierro o alambres, tal como los conocemos hoy en día.