Es el primer impreso hecho a partir de caracteres móviles metálicos que se conserva.
Mucho antes de Gutenberg, los coreanos ya conocían la imprenta. La evidencia es un antiguo libro del año 1377. Se trata del "Jikji", un tesoro histórico que en 2001 ingresó en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO.
Es el primer impreso hecho a partir de caracteres móviles metálicos que se conserva. En otras palabras, este manual budista demuestra que los coreanos ya conocían la composición mediante tipos móviles, una técnica que seguramente comenzó a ser utilizada en China, unos 75 años antes de Gutenberg y su Biblia de 1455.
Según los historiadores, Gutenberg no conocía esta invención coreana porque el impresor alemán llegó a la imprenta experimentando a partir de las técnicas en vigor en Europa en esa época. Aunque algunos presumen que pudo existir un traspaso de información desde Asia que inspirara al alemán.
En el continente europeo ya se reproducían imágenes mediante una matriz grabada, primero sobre madera y luego sobre cobre. Pero el "Jikji" es un elemento único y crucial del patrimonio surcoreano, que llegó a Francia hace un siglo de manera discreta, comprado por un coleccionista.
El libro es un manual de enseñanzas budistas compuesto con caracteres chinos, impreso "en el año 7 de la era Xuanguang". Originalmente tenía dos tomos, pero solo se conserva el segundo.
El mismo no se exhibe al público desde 1973 y si bien forma parte de una exposición actual en París, Corea del Sur quiere ahora exhibirlo en su territorio.
La historia sobre cómo llegó a Francia es bastante hermética, pero se cree que el primer embajador francés en Seúl, que llegó a Corea en 1887, lo compró en una fecha desconocida a un vendedor del que tampoco se conoce la identidad.
El embajador abandonó Seúl en 1906, un año después de que ese país pasara bajo protectorado japonés. En 1911 vendió todo su legado en subasta. Fue entonces cuando otro coleccionista compró la obra por el equivalente a US$ 66.000 en la actualidad, según el instituto nacional de estadística francés.
El libro fue luego cedido por la familia de este joyero a la Biblioteca Nacional de Francia en 1950 y desde entonces está bajo custodio europeo.
El relato de la imprenta todavía puede cambiar, a medida que se van llenando los vacíos históricos gracias al avance de las tecnologías que permiten analizar los residuos y la composición química de los papeles y las tintas que se emplearon para la impresión.