La historia del Seawise Giant, el barco más grande del mundo que terminó en un desguazadero

El cometido inicial que tenía el barco era trasladar crudo desde Medio Oriente a Estados Unidos.

Era tan grande y pesado que cuando iba a carga máxima no podía atravesar los canales de la Mancha, de Suez y hasta incluso corría el riesgo de quedar atrapado en el Canal de Panamá. Estamos hablando del Seawise Giant, el mayor barco que jamás surcó los mares.

Para empezar a contar la historia de esta inmensa pieza de tecnología e innovación marítima, hay que viajar hasta el año 1979. Fue entonces cuando un magnate griego del petróleo le encargó a un astillero japonés la construcción de un mastodonte flotante que pudiera mover crudo desde Medio Oriente a Estados Unidos.

Los japoneses trabajaron durante cinco años en la construcción del barco y cuando finalmente estuvo listo, el empresario griego simplemente lo rechazó. Los motivos no están del todo claros, pero algunos medios especializados en navíos coinciden en que pudo haber sido por falta de fondos o un repentino cambio de opinión. Sea como sea, el barco quedó varado en un depósito hasta que otro magnate, dueño de una petrolera en Hong Kong, lo compró.

Antes de concretar la venta, este hombre quiso llevar el proyecto aún más lejos y le pidió a la constructora japonesa que lo ampliara. Así llegó a un buque de 657 mil toneladas de desplazamiento, 46 tanques de transporte de crudo, 32 mil metros cuadrados de cubierta, un timón de 230 toneladas y una hélice de 50 toneladas. Con estos números el Seawise Giant batió su propio récord y hasta el día de hoy es el objeto más grande hecho por el hombre con movimiento por el planeta.

En 1981 el buque salió al mar y acá es cuando la historia se asoma por ribetes novelescos. Durante siete años el barco fue el encargado de llevar crudo de Medio Oriente a Estados Unidos, pero en 1988 se interpuso en la guerra entre Irán e Irak. El buque funcionó como un almacén flotante de petróleo y mientras estaba parado en la isla Larak y cargado de crudo iraní, el barco fue bombardeado por las fuerzas iraquíes.

El final es bastante predecible: la inmensa nave se hundió en el océano envuelto en llamas.

Pero al final de la guerra, un año después, los restos del barco fueron rescatados por un empresa noruega que lo remolcó hasta Singapur. Utilizando 3.700 toneladas de nuevo acero, el barco más grande del mundo volvió a su actividad rebautizado como Happy Giant, luego como Jahre Viking y con ese nombre operó por otros diez años con una modesta tripulación de 40 personas.

Hasta que llegamos al 2010. Luego de varios cambios de dueño, factores como su inconmensurable tamaño -que no tenía ni la más mínima chance en puertos pequeños-, sumado a otros como el enorme consumo de combustible o el hecho de que necesitaba un margen de nueve kilómetros para detenerse, desencadenaron en su final.

Un astillero en la India lo compró ese mismo año como chatarra y según la prensa local se necesitó un año y el trabajo de miles de personas para desarmarlo por completo.

De esta forma, lo único que queda de lo que fue la nave más grande de la historia es esta ancla de 36 toneladas que reposa en el Museo Marítimo de Hong Kong. La única testigo de las hazañas del Seawise Giant.