Las picadas son una propuesta gastronómica libre; allí, sobre una mesa o una tabla se entrecruzan untables, quesos, embutidos y fibras, frutas y vegetales, frutos secos y panificados.
La picada es una tradición culinaria que está bien asentada entre los uruguayos y en el Río de la Plata se remonta a los hábitos culinarios que tenían los inmigrantes.
Las tapas españolas y el antipasto italiano, un pequeño platito de vegetales que surgió como una entrada, o el vermut son apenas dos ejemplos de la herencia cultural inmigrante. Sin embargo, en el último tiempo la picada se fue transformando en un sinónimo de comida chatarra.
Gracias a la fuerza del marketing, los productos ultra procesados envasados se convirtieron en los protagonistas de las picadas. Sin embargo, existe una suerte de renacer vinculado a las picadas.
El libro Picadas para todo el año, publicado hace algunas semanas en Uruguay, condensa las nuevas tendencias en picadas. Lo interesante del libro es que los platillos mantienen el formato libre y distendido de la picada, pero con platitos sabrosos y nutritivos.
La lengua tiene alrededor de 10.000 receptores del sabor. Ellos son los responsables de que podamos diferenciar entre dulce, salado, amargo, ácido y umami, como bautizaron los japoneses a los gustos “sabrosos”.
Y si existe una manera de estimular todos estos receptores es con una picada. Al menos esa es la premisa de Picadas para todo el año, un libro editado este año en Uruguay con la autoría de Gaucha y la fotografía de Francisco Supervielle.
"Gaucha es un espacio para compartir la cocina", dice Gabriela Miconi, una ciudadana argentina de 49 años que hace 18 vive en Montevideo. Primero vivió en Rocha y ahora lo hace en Montevideo, donde imparte talleres y encuentros de cocina con su emprendimiento.
"El libro surge a partir de un momento que es el más esperado de los talleres, que es la picada. Tuvo tan buena repercusión que todos nos decían, un poco en chiste, de esto hay que hacer un libro, esto es espectacular, queremos tener las recetas, queremos saber cómo se hace", expresó.
El libro no solo busca enseñar recetas, sino que tiene aspiraciones que van un poco más allá. Miconi sostuvo que trabaja con una socia en el desarrollo de todas las recetas del libro y "fundamentalmente" en el conocimiento de lo que es el circuito productivo del Uruguay. "Nosotros decimos que siempre que cocinamos, le estamos agregando cultura al alimento porque todos tenemos una forma de vivir la comida diferente", señaló.
Así fue que poco a poco se fue tejiendo una red entre productores, emprendedores, cocineros y comensales en todo el país que se potenciaron para plantarle cara a un sistema de alimentación que va en detrimento de la salud humana y del planeta en general.
"Lo que perseguimos en Gaucha es entender quién está detrás de lo que comemos, cuál es la manera de producirlo, si se produce de manera justa, honesta, cómo se distribuye, cómo se comercializa, cuál es la cadena de valor que está implicada", agregó.
El espíritu que se genera en una picada generalmente es de alegría. De una buena mesa, una buena conversación, siempre surgen cosas buenas.
Las fiestas y despedidas están a la vuelta de la esquina y es precisamente ese espíritu festivo y de intercambio lo que lleva las picadas al centro de atención.
Las picadas son una propuesta gastronómica más bien libre. Allí, sobre una mesa o una tabla se entrecruzan untables, quesos, embutidos y fibras, frutas y vegetales, frutos secos y panificados.
"Un poco el espíritu de los talleres es recuperar oficios y tradiciones que se van perdiendo. Una de ellas es la del copetín. El copetín que implica muchos platitos, implica también que cada uno va a tener que participar en algo. Implicarte es algo que no podés dejar de hacer si vas a compartir una picada, un copetín con otras personas", manifestó.
"Algo que nos gusta mucho es cuando alguien prueba un pedacito de pan con alguno de los aderezos de la picada es que le pasen cosas en la boca, que sienta cosas. Yo además de cocinera soy psicóloga y siempre me preguntaban cuál era el puente, y creo que tiene que ver con eso, con hacerle sentir bienestar al otro. Un divertimento para la boca. Esto sería un poco la picada", concluyó Miconi.