Mapas del Uruguay: los secretos de la historia ocultos en la cartografía del Río de la Plata

El Río de la Plata tiene una tradición cartográfica muy rica. Digo así porque se empiezan a hacer mapas mucho tiempo antes de que “Uruguay” se constituyera como país

Para contar la historia de lo que fueron los primeros mapas de lo que hoy es territorio uruguayo, hay que remontarse al siglo XVIII. Entonces el Río de la Plata era un hervidero y desde Europa eran varios los que querían cargarse su conquista.

Quien estudia todas estas idas y vueltas históricas es Lucía Rodríguez, docente en la facultad de Humanidades de la Universidad de la República, que durante sus estudios de doctorado se encontró con los mapas y la cartografía del siglo XVIII en esta región del mundo, cuando Uruguay no existía ni como una proyección imaginada.

"Existe una profusa cartografía del Río de la Plata por las disputas jurisdiccionales entre España y Portugal en el marco del control por los territorios del Río de la Plata que se remonta al siglo dieciséis o diecisiete", explicó Lucía Rodríguez.

Estos conflictos llevaron a que la producción cartográfica en la región utilizara técnicas astronómicas y tecnologías que por aquel entonces ni siquiera se estaban aplicando en Europa.

¿Se sabe cuál fue el primer mapa del territorio uruguayo? "En realidad tenemos dos que podrían ser el primer mapa del territorio uruguayo. Uno fue editado en París en 1841 por el cónsul francés de ese momento. Y está dedicado al entonces presidente Rivera.Y el otro fue producido en el Río de la Plata por José María Reyes y está dedicado a Manuel Oribe, entonces presidente del gobierno del Cerrito. Es de 1846 y es el contexto de la Guerra Grande", respondió Rodríguez.

Se cree que la información de ambos mapas se compuso en base al relevamiento que hicieron españoles y portugueses para delimitar sus territorios conquistados. Claro que entonces no había aviones ni mucho menos satélites para observar el espacio desde el cielo. La confección de estos mapas era costosa y podía llevar décadas.

Quienes armaban estos mapas, los agrimensores, se consolidaron en el siglo XIX un poco como científicos y otro poco como artistas y grandes dibujantes. Recorrían todo el territorio tomando medidas, calculando distancias y llevaban todo el registro en diarios y libretas de campo que luego se transformaban en mapas.

"Eso explica que en el mundo se instalara la profesión de agrimensor dentro de las profesiones liberales universitarias", explicó la cartógrafa.

Lo que vino después, ya en el siglo XX, cuando la cartografía ya estaba asentada, fue un movimiento de apropiación nacionalista.

Ahora, en pleno siglo XXI, ya todo se releva con imágenes satelitales. "Lo cierto es que hoy ya tenemos una imagen cartográfica más o menos definitiva del país por más que todo el tiempo se está actualizando la información", explicó la experta.

La casa Lavalleja es una de las ocho sedes del Museo Histórico Nacional. Allí funciona desde 1940 una biblioteca altamente especializada en historia general.

Y hay muchos mapas. En esta colección hay mapas que recorren siglos y siglos de historia universal. Es que antes de que las instituciones públicas se afianzaran en el correr del siglo 20 como centros de investigación, los historiadores debían recurrir a bibliotecas privadas para estudiar.

"Estos historiadores tenían sus colecciones de mapas, documentos y hacían la historia apoyándose mucho en sus colecciones personales", explicó el director del Museo Histórico Nacional, Andrés Azpiroz.

La mayoría de los mapas antiguos se imprimieron en Ámsterdam, Holanda, donde generaciones enteras de prestigiosas familias se dedicaban a la cartografía y la diseminaron entre las élites de toda Europa, que incluso cruzaban el océano.

"Nos reflejan el estado del conocimiento del espacio en ese momento. Aparecen elementos vinculados a aspectos sociales o etnográficos. Pero también aparecen otros elementos que podrían estar vinculados a cuestiones más fantásticas o mitológicas.  Otro elemento interesante tiene que ver con el conocimiento costero. Existe en este mapa un detalle bastante pormenorizado en lo que es la costa, pero si nos acercamos al centro del continente esa información es mucho menor", explicó Azpiroz.

Incluso, algunos mapas podían ser de la misma época, pero llamaban a un mismo territorio de dos maneras distintas. Eso refleja que la circulación de conocimiento jugaba bajo sus propias reglas.

Los cartógrafos por lo general no llegaban al continente americano, sino que hacían sus mapas en base a lo que podían encontrar en registros, diarios de viaje y tratados. Pero también, con una ayuda fundamental y jamás reconocida: la de los locales.

"Los mapas son el resultado de saberes expertos, pero también de saberes populares. Los conquistadores no conocen el territorio. Durante larguísimo tiempo va a aparecer una figura muy importante que es la del baqueano ¿Qué información tiene? Conoce los caminos, los pasos. Toda esa información, aunque estos mapas no tengan citas al pie están allí condensadas", dijo Azpiroz.