Los consumidores de cigarrillos electrónicos tienen 19% más probabilidades de cardiopatías como infarto agudo del corazón, accidente cerebrovascular (ACV) y enfermedad pulmonar agudas y crónicas.
Con colores atractivos, variedad de sabores, diseños novedosos y un formato muy manipulable, los sistemas electrónicos de administración de nicotina, también llamados cigarrillos electrónicos (CE) vapo, vaporizadores, vapeadores, e-cigarettes, o directamente conocidos por sus marcas comerciales, se han convertido en un gran atractivo entre los adolescentes, jóvenes y adultos de nuestro país. Sin embargo, estos atractivos dispositivos pueden ser muy perjudiciales para la salud.
En nuestro país, el atractivo de los vapes hizo disminuir el consumo de tabaco convencional. De hecho, desde el 2005 hasta ahora el consumo pasó de 27% al 8%, pero los cigarrillos electrónicos aumentaron de 0 (en los años 200 cuando salen al mercado) a 8% entre los jóvenes de 13 y 15 años.
El vaper calienta y vaporiza un líquido blanquecino, cargado de propilenglicol y glicerol vegetal, además de saborizantes y otros compuestos químicos, entre los cuales se detectaron tóxicos celulares y carcinógenos.
En general, también tienen nicotina en concentraciones mayores a las del cigarrillo convencional o el tabaco, por lo que no sirve para dejar de fumar como popularmente se cree, sino todo lo contrario.
Según un estudio presentado por el Colegio Americano de Cardiología, los consumidores de cigarrillos electrónicos tienen 19% más probabilidades de cardiopatías como infarto agudo del corazón, accidente cerebrovascular (ACV) y enfermedad pulmonar agudas y crónicas.
Sin dejar de mencionar que los compuestos que se vaporizan e inhalan pueden inducir cambios comportamentales, déficit cognitivo, daños en mucosa oral, hipertensión arterial, daño hepático, fibrosis renal y alteraciones en la fertilidad.
En Uruguay está prohibida la comercialización, registro de marca, venta o importación de los vaporizadores, así como su promoción o publicidad. De hecho, están comprendidos dentro de las restricciones que establece la ley antitabaco de 2008, así como su consumo en su consumo en espacios cerrados, al igual que el cigarrillo o tabaco convencional.