El hombre recorrió 120 kilómetros para dar aviso a las autoridades cuando Canessa y Parrado hicieron contacto con él. Falleció este martes a los 91 años.
El avión de la Fuerza Aérea cayó en la cordillera el 13 de octubre de 1972, con 45 personas a bordo.
Llevaba al Old Christians, equipo de rugby del colegio Stella Maris, a jugar en Santiago de Chile.
Después de 72 días la búsqueda había terminado.
Fernando Parrado y Roberto Canessa, dos de los 16 sobrevivientes, habían caminado diez días cuando, del otro lado del río, vieron a un hombre a caballo.
El arriero los vio y se detuvo. Parrado le tiró una carta atada a una piedra que empezaba así: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy Uruguayo”.
El arriero emprendió viaje y logró avisar a las autoridades que enviaron los helicópteros para salvar a los sobrevivientes.
Ese hombre falleció este martes, a los 91 años, y quienes se salvaron aquél día lo recordaron.
"Para mí especialmente Sergio es un ejemplo de vida, un hombre que no dejaba la Cordillera nunca en esa época porque nacían los terneros y se los comían los pumas. Sin embargo por nosotros, unos desconocidos, se subió a su caballo tres horas. Después le pidió a un camión de vialidad que lo llevara al destacamento de San Fernando para dar la noticia. De Santiago le dijeron que no era posible que hubiera sobrevivientes, 'ese hombre está borracho'. Pero él tenía la carta que le había escrito Nando", relató Roberto Canessa.
"Gracias a don Sergio hoy puedo estar aquí, puede estar Roberto, pueden estar nuestros hijos, nuestros nietos, nuestras familias. Un abrazo grande Sergio, gracias por todo lo que has hecho. Estás seguramente muy bien acompañado allá con Dios", dedicó Fernando Parrado.
"Esta historia tiene mucho glamour, mucho Hollywood, mucha película, mucho libro. Y el vínculo con la sociedad fue a través de un hombre campo. Eso es lo que más me importa, era un señor, con una gran familia y un muy buen tipo. Naturalmente que la vida llega a su fin", dijo Carlos Páez.
Gustavo Zerbino viajó a Chile, para representar a los sobrevivientes en la despedida de Catalán. Muchas veces han compartido momentos con él y con su familia.
Dijo que para todos el arriero es un padre: "Cuando yo fui a Chile a saludarlo cuando cruzamos los Andes, escucho a su hijo mayor, que estaba con él. Sus hijos tenían seis, ocho y doce años. Me dijo 'qué lástima que vas a ir a ver a papá, porque ya no nos reconoce ni a nosotros'. Cuando llegué a la casa de él y entraba, me vio, abrió los brazos y me abrazó. Me dijo 'gracias por venir'. Grabé un testimonio, le pregunté qué representaba la solidaridad. Me dijo que había cumplido como ser humano, como cristiano y como padre. O sea, que él en el camino vio a sus hijos y fue a avisar que había hijos que necesitaban ayuda. Por eso es un padre. Me hace recordar que hay gente que es extraordinaria. No me quedaron cosas por decirle. Le dije a su hija Paula que iba para ahí y me dijo que gracias por ir, que lo necesitaban. 'A vos te queremos mucho, y precisamos un hermano'".