En el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca hizo carrera hasta lograr ser la jefa del Servicio Aéreo de esa secretaría de Estado.
La primera mujer piloto profesional de Uruguay cumplió 100 años. Mirta Vanni trabajó más de 40 años y se abrió camino en un área en la que predominaban hombres.
Vivía junto a su familia en Carmelo, departamento de Colonia, cuando a los 14 años quiso aprender a pilotar un avión. "Había una gente amiga que tenía un avión y eso me entusiasmó. Cuando yo deseaba que me instruyeran, que me iban a ayudar, falleció mi padre y después de eso nos trasladamos a Montevideo y eso se terminó", contó Vanni a Telemundo.
Años después tuvo la oportunidad de alistarse para ser enfermera de avión pero en ningún momento se desempeñó como tal. "Fui una de las primeras que me enlisté como enfermera de avión y después el Aero Club del Uruguay dio tres becas así que yo me anoté inmediatamente y me dieron una de las becas", prosigue.
En el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca hizo carrera hasta lograr ser la jefa del Servicio Aéreo.
"Para mí entrar en un avión era un logro y ya inmediatamente comencé el curso. En ese momento tenía 19 años y cuando termine el curso con 19/20 horas. A partir de ese momento yo solicitaba a los que tenían aviones que me ayudaran a volar o que me llevaran. Lo que hacía era ir como pasajera hasta que finalmente conseguía que el dueño del avión me lo prestara para comenzar. Y así comencé a hacer horas y horas hasta que el Ministerio de Ganadería, a raíz de la invasión de las langostas, pensó en comprar aviones. Compraron tres y yo me anoté enseguida. Fui de los primeros pilotos que entraron al ministerio para luchar contra la langosta", narró.
Mirta lideró un equipo de 12 pilotos que se conformó para fumigar los cultivos. Con tantos aviones a cargo del Ministerio de Ganadería se necesitaba un mecánico y, como no había, Mirta tomó un curso y comenzó a repararlos.
"Cuando la famosa lucha contra la langosta había cinco aviones y el tema era que no teníamos mecánicos para el ministerio. Yo hice un cursillo y me hice cargo de los aviones que teníamos por un tiempo. Después la Fuerza Aérea (FAU) se dio cuenta que estaba yo acarreando eso y me pidieron llevar los aviones a FAU para que los arreglaran allá. Felizmente dejé lo que estaba haciendo y los llevamos a la FAU para el mantenimiento de los aviones", señaló.
Mientras desarrollaba las tareas de fumigación se dio cuenta que había que modificar las aeronaves para poder trabajar mejor y marcó un precedente. "Los primeros aviones que trajimos tenían un problema que trabajaban con insecticida en polvo e inundaban la cadena. Les hicimos una modificación que no sirvió y luego les sacamos las puertas y volábamos sin las puertas. Así sí se solucionó", explicó.
Discriminación
Mirta contó que no sintió discriminación pese a estar en un área donde la mayoría eran hombres y que en su carrera siempre tuvo ayuda de sus pares. Sin embargo, cuando se abrió un llamado en Pluna no le permitieron el ingreso por su condición de mujer
"Nunca tuve problemas por el hecho de tener que ocuparme exclusivamente de cosas que es para el sexo masculino no había problema tanto en FAU como en Aviación Civil. Yo necesitaba ayudantes y siempre ayudaron, así que en realidad nunca tuve problema, tampoco cuando contraté a dos mujeres para hacer el servicio de fumigación. En ese sentido mi país ha sido una cosa muy interesante porque nos han ayudado siempre", valoró.

No pasó lo mismo con Pluna: "Me presente en Pluna y me llamaron para decirme que no querían mujeres así que no pude quedar como candidata. El encargado de elegir pilotos era un norteamericano y fue la primera vez que me sentí discriminada", señaló.
Su trabajo la llevó a conocer a quien sería su esposo. Mirta contó a Telemundo que volar la hacía feliz y es por eso que la condición para casarse era poder seguir trabajando.
"Él era agrónomo así que en un campo donde yo estaba trabajando en fumigación apareció él y bueno... empezamos a conversar un día y otro. Nos vimos varios días por razones de trabajo, pero cuando él decidió que quería casarse yo le dije que no, que de ninguna manera. Pasaron una cantidad de meses, volvió otra vez con la cuestión y finalmente le digo: 'Bueno, siempre y cuando yo pueda seguir con mi trabajo'. Dijo que sí y nos casamos. Al final yo tuve que comprar un avión por trabajo y dije 'magnífico', yo le vuelo el avión para él por su trabajo y a su vez continúe con lo mío. No dejé nunca de volar", cerró.