Luego de 63 años cerró La Papoñita: "Cada vez se facturaba menos", lamentó su dueño, y recordó los clásicos con el bar "abarrotado"

"No era el primer mes, ni el segundo, pero uno siempre apuesta. La llevás hasta que decís: 'Bueno, tengo un límite. Hay gente a la que pagarle, hay una indemnización de despido, hoy la puedo pagar. No puedo seguir hasta que me quede sin plata ninguna'", relató el Gustavo González sobre los últimos meses.

El tradicional bar del Centro de Montevideo La Papoñita amaneció este lunes con sus puertas cerradas luego de 63 años. Una situación económica comprometida que "se venía arrastrando hace años" y las escasas expectativas de mejoría hicieron imposible que sus dueños continuaran con el negocio.

Gustavo González, que desde 1992 es una de las cabezas del local que heredó de su padre, se emocionó al hablar de la tristeza que le genera el cierre y al recordar los momentos de esplendor del bar ubicado frente a la Plaza de los Bomberos, sobre Avenida 18 de Julio y Minas.

"Pasó de todo acá. Tenemos en frente El Galpón, que es un clásico de la cultura, así que la parte del arte un montón de gente, y después políticos ni hablar: pasaron intendentes, presidentes", rememora González del bar que abrió en 1961. 

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El declive económico comenzó hace décadas y la pandemia terminó de comprometer la viabilidad del negocio. "Cada vez se factura menos. Se ha diversificado mucho la oferta del Centro. Se han abierto hacia otros lugares. Independientemente de las autoridades, en el Centro todos los comerciantes necesitan cierto apoyo de las autoridades. No económico, no apunto a eso, sino a pequeños beneficios, como el tema del estacionamiento, que ha sido un sablazo muy fuerte. Hay cosas que se han colocado y han complicado al estacionamiento. Hay lugares donde tenés estacionamiento gratis y vigilado, hoy en el Centro hay cada vez menos espacio, y eso se va sumando", contó.

Para cuantificar la caída de las ventas, ejemplificó que en 1992 se consumía mensualmente entre 2.500 y 3.000 kilos de muzzarella. "Hoy son 500 kilos con suerte", dijo. Cuando llegó, trabajaban casi 50 empleados, hasta la pandemia eran más de 20, y en la actualidad es cifra se había reducido a 16.

"Todos los meses hacés comparaciones de las facturaciones con los meses de años anteriores. Llegamos a mitad de julio y los primeros días fueron los mejores por las vacaciones y no promediabas ni lo del año pasado. ¿Qué nos dice a nosotros que los siguientes 15 días va a aumentar? ¿Y el mes siguiente? Siempre como comerciante pensás que el mes que viene... que el año electoral... y ponés plata. No era el primer mes, ni el segundo, pero uno siempre apuesta. La llevás hasta que decís: 'Bueno, tengo un límite. Hay gente a la que pagarle, hay una indemnización de despido, hoy la puedo pagar. No puedo seguir hasta que me quede sin plata ninguna.  Lo venís viendo desde hace tiempo y la semana pasada lo comunicamos a la gente", narró.

Los propietarios piensan vender "limpiar y vender todo", a la espera que aparezca algún interesado en instalar "otro bar con cosas nuevas u otra cosa".

¿Qué momento recuerda con especial alegría en sus 32 años en el bar? "La parte futbolística. El cable no existía y los domingos de clásico esto era una locura. La gente parada en el mostrador, otra gente afuera mirando por las ventanas. Los domingo de clásico esto se abarrotaba de gente. Hoy en día solo la selección convoca gente", cerró.


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